INTESTINO Y SALUD
SALUD EN TIEMPO REVUELTOS
INTESTINO Y SALUD
No se puede concebir un estado de saludable sin salud intestinal.
De la misma
manera que todo el mundo concibe que para que el motor de un coche funcione de
manera óptima necesita un combustible de calidad y el uso de un aceite
apropiado (todo el mundo entiende como una locura poner aceite de girasol, por
ejemplo), para que nuestro sistema digestivo funcione de la misma manera,
precisa de la materia prima de la mejor calidad y de un estado de serenidad
como os paso a justificar ahora.
Hipócrates
tenía claro que ante cualquier enfermedad, lo primero que había que arreglar
era lo que se comía y lo que se bebía y la importancia de la nutrición.
“Toda enfermedad comienza por el
intestino”
“Lo que no cure la dieta, que lo cure la
lanceta ”
“Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea el alimento”.
El sistema
digestivo se compone de un largo tubo que conecta el exterior de nuestro cuerpo
con el interior. Tiene un orificio de entrada, la boca y uno de salida, el ano.
Este detalle permite entender que a través del sistema digestivo va a haber un
contacto permanente con microorganismos de todo tipo, tóxicos o alimentos que
en determinadas situaciones pueden producirnos enfermedad o no.
Lo más importante a tener en cuenta de nuestro sistema digestivo son su más importante función, la de descomponer y asimilar sustancias necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo (hidratos de carbono, proteínas, grasas, minerales, vitaminas etc)y transformarlos en energía y excretar al exterior lo que ya no nos sirva. Nada de esto sería posible sin la colaboración de nuestra MICROBIOTA, en la mayoría bacterias pero también arqueas, virus, levaduras, hongos y protozoos...
La
microbiota es el conjunto de
microorganismos que conviven en nuestras mucosas que resultan imprescindibles
para nuestra supervivencia, sin esta colaboración mutualista y simbiótica
no podríamos sintetizar elementos básicos ni podríamos realizar la digestión de
la fibra insoluble, por ejemplo. Pero no es la única función…
Todos
heredamos de nuestra madre su flora intestinal, ya durante el embarazo y de
manera mucho más marcada en el canal del parto y en la lactancia.
De esto se
traduce que: las futuras mamás antes de la gestación realicen un trabajo
específico para mejorar en caso de que fuera necesario su microbiota. Y en caso
de no haber sido posible y con prescripción facultativa, ayudar durante el
embarazo y postparto tanto a la madre como al bebe con una adecuada
alimentación y soporte tanto pre como probiótico.
Prebiótico es la “comida” de las bacterias intestinales, les permite desarrollarse.
Probiótico son las propias cepas de bacterias que van a colonizar el medio intestinal o de
mucosas).
Posteriormente, en la relación personal con nuestro medio, las condiciones de vida, el tipo de alimentación. etc, generaremos nuestra propia comunidad de microbiota que en principio nos acompañará el resto de nuestra vida.
Esto definirá tendencias o predisposiciones a ser una persona obesa o no, con malas digestiones o no, con hiperreactividad inmunitaria o no, alteraciones del comportamiento o no…
Se dice que
por cada célula humana nos encontramos 10 microorganismos de nuestra
microbiota… podríamos decir que nuestra identidad la conforma una constelación
de seres vivos, muchos con un ADN distinto al nuestro pero que nos permiten
sobrevivir y evolucionar con sus mutaciones.
Sin entrar en
grandes detalles, los consejos para mantener un estado saludable de nuestra
microbiota serían:
1- Cuida tu alimentación:
La dieta
mediterránea tal y como se entendía hace más de 50 años es altamente
recomendable: cocinados lentos a baja temperatura en materiales de cocina
ecosostenibles (cerámicas, acero inoxidable o titanio).
- Sin procesados. No comida basura o precocinada. No
latas de conservas.
- Alimentos
como verduras y frutas de temporada, de la
tierra, a ser posible ecológica. Elige en las frutas aquellas con menor índice
glucémico que podrás encontrar en internet.
- Semillas y frutos secos naturales, nunca fritos:
nueces, semillas de lino, de chía, de sésamo almendras, avellanas, anacardos…
- Pescados azules de pequeño tamaño como el
boquerón, la caballa, la anchoa, la sardina. Los pescados grandes hay que
tomarlos de manera más esporádica por su alto contenido den metales pesados.
- Carnes de ave como pavo y pollo ecológico en
detrimento de las rojas.
- Prebióticos naturales. (Fructooligosacáridos e
inulina):
Cebolla, ajo,
alcachofas, puerros, espárragos, diente de león, equinácea, plátano, centeno,
boniato o batata…
- Fibra: Cereales integrales (pero los de verdad)
como la avena, arroz integral, legumbres como frijoles, lentejas y otros como
el aguacate, manzana, brócoli, maíz…
2- Mantener
la serenidad y la calma activa el parasimpático y permite mejores y más
provechosas digestiones. Uno de los factores más letales para nuestra
microbiota es el estrés.
3- Evita en
la medida de lo posible el consumo de antibióticos: El uso de este tipo de
medicamentos no sólo acaba con las infecciones sino con nuestra propia flora
intestinal ya que no distingue su patogenicidad. Diferente es la toma de
orégano muy concentrado en cápsulas que si es capaz de acabar con los agentes
de enfermedad respetando al resto de microorganismos saludables.
4- Hidratación
adecuada: Hablo de agua, a ser posible libre de cal y tóxicos. Es muy
recomendable el uso de filtros de agua para evitar el consumo de agua
embotellada y la contaminación por plásticos.
5- El uso de fármacos
de manera crónica altera la homeostasis intestinal: IBP como el omeprazol,
corticoides, estatinas para el control del colesterol, anticonceptivos orales,
el paracetamol o el uso de antiinflamatorios.
6- El exceso
de azúcares produce un exceso de actividad en parte de la flora intestinal
e incluso candidiasis intestinal con una sintomatología no sólo a nivel
digestivo sino del sistema nervioso con agotamiento, irritabilidad, migrañas o
depresión. (Azúcares de todo tipo, el pan, la pasta, harinas refinadas,
bollería, galletas, refrescos azucarados, batidos, zumos etc).
7- Ejercicio
físico. Fundamental para la activación de las rutas metabólicas que generan
energía, renovación tisular y el beneficioso efecto desestresante. Favorece el
desarrollo del eje intestino-cerebro generando bienestar y calma mental y
emocional.
Mi
recomendación ante la sospecha de un mal funcionamiento digestivo es acudir a
un médico integrativo que pueda valorar este aspecto tan sutil tanto para su
diagnóstico como para un correcto enfoque terapéutico.
Depende de nosotros mismos desde la responsabilidad y autocompromiso el realizar los cambios necesarios para estar sanos y al máximo de nuestras capacidades.
¿Te
animas?
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